A veces creemos que el propósito llega como una epifanía. Que un día nos despertamos y todo tiene sentido. Pero por experiencia te puedo decir que no es así.
El propósito se construye. Se encuentra entre escombros, lágrimas, decisiones difíciles y silencios incómodos. Y un día, aparece: ese para qué que se pone por delante. Esa certeza de que algo que viviste puede servirle a alguien más.
Esta no es una historia de éxito rápido. Es una historia real. Como la tuya, quizás.
Yo también viví con el piloto automático encendido. Fui la chica que iba rápido, que marcaba todas las casillas: carrera, negocio, pareja, vacaciones, perros y gatos. Lo tenía todo… excepto sentido.
Hasta que la vida me mostró, a fuerza de golpes, que esa fórmula no me alcanzaba. Que vivir con motivaciones externas se sentía vacío. Que sostener todo eso sola tenía un precio muy alto.
Me perdí. Varias veces. Y en una de esas pérdidas, encontré algo que me cambió para siempre: el coraje de preguntarme si realmente estaba viviendo la vida que deseaba.
Ahí empezó el verdadero camino. El de volver a mí. A mis preguntas. A mi silencio. A mi intuición. A mis herramientas internas.
Y desde ahí, desde lo vivido y sanado, nació lo que hoy comparto. Un proyecto que refleja quien soy y lo que siento que puedo aportar, que para mi es valioso.
No tengo todo resuelto, pero aprendí a estar presente, a confiar en mi pulso interno, y a traducir esa corazonada en forma concreta.
Si estás en ese punto —ese “sé que quiero otra cosa, pero no sé cómo”— quiero dejarte algunas claves que me ayudaron a empezar:
✦ 1. Escuchar la corazonada
Esa intuición que te habla no está equivocada. Es una brújula. No te muestra el mapa completo, pero sí la próxima curva. Hacete espacio para escucharla, sin taparla con ruido ni excusas.
✦ 2. Cambiar las preguntas
El “¿por qué me pasa esto?” me estancaba. El “¿para qué?” me abrió caminos. Dejó de ser sufrimiento y empezó a ser aprendizaje. La vida se transformó en mensaje.
✦ 3. Dejar de esperar estar lista
Nunca me sentí del todo lista. Pero avancé igual. Y entendí que la confianza no llega antes del paso, sino después. Aparece cuando te animás, incluso con miedo.
✦ 4. Crear desde lo vivido
Mi proyecto no nació de lo que estudié, sino de lo que atravesé. Eso que vos ya pasaste, puede ser exactamente lo que otra mujer necesita. Tu historia integrada es tu mayor recurso.
✦ 5. Buscar espejos que reflejen tu alma
Hacer el camino sola fue valioso, pero encontrar comunidad lo cambió todo. Mentoras, amigas, herramientas. No para que me den respuestas, sino para compartir el proceso.
Hoy mi trabajo hace sentido a mi vida..
Porque aprendí a estar. A habitar mi cuerpo. A confiar en mi voz.
Y si estás leyendo esto, quizás tu historia también está por transformarse en propósito.
¿Querés empezar a escuchar tu corazonada?
Te dejo una pregunta que a mí me ayudó mucho:
¿Qué parte de mi historia podría hoy transformarse en una guía para otra persona?
Y si sentís que este es tu momento, estoy acá.
Leé, escribí, compartí… o simplemente escuchá tu pulso.
Tu voz interna sabe.
Y si la dirigís, puede ser brújula y oportunidad.

